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Letras Universidad de Sevilla
Evento:
19/04/2017
07/06/2017
Profesores de la Universidad de Sevilla participan en el IV Centenario del nacimiento de Nicolás Antonio
IV Centenario del nacimiento de Nicolás Antonio

Profesores de la Universidad de Sevilla colaboran en los actos de celebración del IV Centenario del nacimiento de Nicolás Antonio que promueve la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía a iniciativa de la sección de Fondo Local ‘Patrimonio Bibliográfico Sevillano Nicolás Antonio’, de la Biblioteca Pública Provincial de Sevilla Infanta Elena.

Se llevará a cabo un ciclo de conferencias sobre la Sevilla barroca, ‘La época de Nicolás Antonio’, junto con una exposición de los libros más relevantes que se publicaron en aquellas últimas décadas del Siglo de Oro. Las conferencias tendrán lugar en el salón de actos de la Biblioteca Pública Provincial de Sevilla Infanta Elena, todos los miércoles a las 19:30 desde el 19 de abril hasta el 7 de junio.

Ciclo de conferencias sobre la Sevilla Barroca:

19 abril Introducción al ciclo de conferencias sobre Nicolás Antonio. Juana Muñoz Choclán, ex-Directora de la BPP de Sevilla.

26 abril La Mentalidad Barroca. Manuel Masegoza Palma, Médico Psiquiatra.

10 mayo  Guadalquivir siglo XVII: comienzo del ciclo de grandes riadas históricas en Sevilla. Fernando Díaz del Olmo, Catedrático de Geografía Física de la Universidad de Sevilla.

17 mayo La Economía y el puerto de Sevilla en el Barroco. Francisco Pérez Aguilar, Jefe de Máquinas de la Marina Mercante e Investigador.

24 mayo Los libros de Nicolás Antonio. José Solís de los Santos, Profesor Titular Filología Latina, Universidad de Sevilla.

31 mayo La sociedad y el arte sevillano a comienzos del XVII, Manuel Jesús Roldán, Historiador del Arte y escritor.

7 junio La literatura en Sevilla a comienzos del XVII. Rafael Valencia, Director de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras.

Biografía de Nicolás Antonio

Sevilla tiene en la figura y obra de Nicolás Antonio a uno de sus más ilustres hijos. Fue autor de la primera bibliografía orgánica del mundo hispano que ha servido de base para el conocimiento y la investigación de la cultura española.

Nicolás Antonio nació el 28 de julio de 1617 en el seno de una familia de comerciantes originarios de Amberes que se afincaron en Sevilla a partir de los disturbios religiosos en los Países Bajos a mediados del XVI. Cursó estudios de gramática, artes liberales y teología en el colegio de Santo Tomás, y cánones en el de Santa María de Jesús y Universidad de Sevilla, para pasar a la de Salamanca en 1636. Después de graduarse en 1639 en teología y derecho civil y canónico, comenzó la elaboración del repertorio onomástico  de los 50 libros del Digesto, fuente del Derecho romano, que tuvo que abandonar cuando ya llevaba un tercio del trabajo, al percatarse de que ya había sido realizado y publicado en el siglo anterior por el jurista zaragozano Antonio Agustín Albanell. Fue entonces cuando concibió la idea de “formar un índice universal y crítico de todos quantos españoles avían escrito hasta su tiempo desde el imperio de Augusto”, en expresión de Gregorio Mayans, su primer biógrafo, y según declarará en el mismo prólogo de la Bibliotheca Hispana, con posterioridad llamada Nova. A esta tarea de recopilación bibliográfica, de lectura, examen e investigación, y también adquisiciones, se dedicó en nuestra ciudad, principalmente en la biblioteca del desaparecido convento de San Benito, donde, al socaire de la letal epidemia de 1649, pudo poner el “suelo y los cimientos” de esta su construcción bibliográfica hispánica.

En 1645 Nicolás Antonio, cuyo estatus social se había elevado por cargos de la administración mercantil desempeñados por su padre, había obtenido el hábito de la Orden de Santiago, y en 1659 marchó a Roma con el nombramiento de agente general del católico monarca, cargo diplomático que ejerció también en las posesiones de Sicilia, Nápoles y Milán. En los itinerarios itálicos repletos de impresos y manuscritos de España, pudo manejar y cotejar datos también con otros repertorios vetados por la Inquisición española y confeccionar un fichero bibliográfico que en buena medida se reflejaba en su propia librería de más de 30.000 volúmenes, la más copiosa entonces después de la Vaticana. También en Roma en 1664 obtendría su canonjía en la catedral de Sevilla, con dispensa de residencia, de la que se enorgulleció en sus escritos y epitafio. Fue en la Ciudad Eterna en 1672 donde publicó su obra más conocida, Bibliotheca Hispana sive Hispanorum qui usquam unquamve sive Latina sive populari sive alia quavis lingua scripto aliquid consignaverunt Notitia, en cuyo título no exhibe el calificativo de Nova, con el que empezó a ser conocida desde la primera edición de la parte antigua de la bibliografía hispana (Bibliotheca Hispana Vetus), aparecida póstumamente también en Roma en 1696. Ambas distinciones, que se diferencian tambien en su estructura, se verán plasmadas en la reedición de las dos series a cargo de Francisco Pérez Bayer, en Madrid por los herederos del impresor Joaquín Ibarra entre 1783 y 1788, hitos de la publicación ilustrada que sirven de referencia académica para el magno repertorio prosopográfico y bibliográfico: Bibliotheca Hispana Nova sive Hispanorum scriptorum qui ab anno MD ad MDCLXXXIV floruere notitia, y Bibliotheca Hispana Vetus sive Hispani scriptores qui ab Octaviani Augusti aevo ad annum Christi MD. floruerunt, auctore D. Nicolao Antonio Hispalensi I. C. Ordinis S. Iacobi equite, patriae Ecclesiae canonico, Regiorum negotiorum in Vrbe et Romana curia Procuratore generali, Consiliario regio.

La mera traducción de los títulos dan idea de la envergadura de su labor: Bibliografía española (moderna): catálogo razonado de los españoles que en cualquier tiempo y lugar escribieron alguna obra tanto en lengua latina, como vernácula o cualquier otra; de los españoles que vivieron desde el año 1500 hasta 1684; bibliografía española antigua: relación de los escritores hispanos que vivieron desde la época de Octaviano Augusto hasta el año 1500, por Nicolás Antonio, sevillano, jurista, caballero de la Orden de Santiago, canónigo de la Iglesia de Sevilla, procurador general del rey de España en Roma y en la curia pontificia, y consejero real. El repertorio de la Bibliotheca Hispana Nova no se limita al registro alfabético por nombre de pila de autores junto con sus obras impresas y manuscritas, incluye desde la primera edición una serie de apéndices temáticos y de autores según lugares de nacimiento, apellidos, cargos, órdenes religiosas, y, en relevancia, el primer registro de mujeres escritoras. De aquellos años anteriores a su estancia italiana datan también dos vertientes de su actividad intelectual que no daría a la luz pública: su participación en la polémica gongorina y su crítica histórica y censura de los Falsos Cronicones, que editará Mayans, menos conflictivamente, en el siglo de la Ilustración (Valencia, 1742).

A su regreso de la alta representación diplomática en Italia (1678), la administración de Carlos II lo recompensó con una plaza de fiscal del Consejo de Cruzada, con deber de residencia. En esta última época de su vida en la villa y corte en que se adscribió a la congregación religiosa “Escuela de Cristo”, no dejó de mantener estrecho contacto con el entorno cultural sevillano, el bibliófilo Juan Lucas Cortés, sus concanónigos bibliotecarios, Juan de Loaysa y Tejada y su continuador Ambrosio de la Cuesta y Saavedra. Falleció en Madrid, a 13 de abril de 1684, víctima de un derrame cerebral, sin ver impresa la parte antigua de su bibliografía, la más ardua por la escasez de datos del amplio periodo cronológico y por la investigación sobre las dos lenguas semíticas expeditivamente eliminadas de la tradición y práctica cultural española.

La labor y alcance de ampliaciones, reediciones y los estudios sobre Nicolás Antonio demuestran todavía la vigencia y provecho de aquellas pesquisas que, como todas, deben ser contrastadas cuidadosamente. La traducción completa de ambas bibliografías que, junto con su copia informática, se ha publicado en los umbrales del presente siglo (Madrid, F.U.E., 1998-1999) facilita la búsqueda y cotejo con un original latino algo ajeno a la claridad de los grandes prosistas clásicos.

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